El efecto positivo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en la tercera economía del mundo será mucho menor del esperado debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus, causante de la COVID-19, que además ejercen una carga creciente sobre las arcas públicas niponas, según informa la agencia de noticias española Efe.
Las medidas extraordinarias que tuvieron que aplicar los anfitriones para sacar adelante Tokio 2020, en el contexto de crisis sanitaria global, le ha convertido en uno de los eventos más caros hasta la fecha, con un coste de unos 1,64 billones de yenes (12 650 millones de euros), que todavía no está claro quién pagará.
Reajuste por la pandemia
Tokio prometió al mundo unos juegos compactos y económicos cuando ganó en el 2013 el proceso de elección de sede olímpica. Pero, el presupuesto se fue hinchando, como suele pasar, conforme se avanzaba en la construcción de las sedes, hasta duplicar la primera estimación.
Las cifras terminaron de dispararse por los costes añadidos de las medidas anticontagios (96 000 millones de yenes, equivalentes a 740 millones de euros) y de extender los contratos de alquiler de sedes y de su mantenimiento derivados del retraso de un año, amén de gastos de personal, hasta alcanzar la antes citada cantidad, de carácter provisional.
Esta estimación de presupuesto corresponde al pasado diciembre, y se espera que sea significativamente mayor, una vez se añadan sobrecostes, tras la cita deportiva, que concluyó el pasado 8 de agosto, además de los Paralímpicos, que tendrán lugar entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre.
Tokio 2020, asimismo, ha tenido un impacto positivo en el Producto Bruto Interno (PIB) nipón, de unos 1,67 billones de yenes (12 880 millones de euros), según dijo el analista Takahide Kiuchi, del Instituto de Investigación Nomura.
Todo este dinero se inyectó en la economía nacional, “al construirse estadios y otras instalaciones” y “fomentar las compras de televisores, los gastos de transporte o de alojamiento relacionados con el evento, entre otras cosas”, conforme Kiuchi, autor de un estudio sobre este tema.
Pero, este impacto se vio “notablemente reducido” por el veto a los visitantes extranjeros y por la decisión de celebrar las competiciones a puertas cerradas, señaló el experto, quien estima las pérdidas por dichas medidas entre 150 000 millones y 90 000 millones de yenes (1157 millones y 700 millones de euros), respectivamente.
¿Quién paga la factura?
El presupuesto se reparte principalmente entre la ciudad anfitriona, el Gobierno central nipón y el comité organizador, un ente público-privado, cuyos ingresos dependen sobre todo de aportaciones de patrocinadores y ventas de entradas.
De acuerdo al contrato entre el Comité Olímpico Internacional (COI) y la ciudad anfitriona, las autoridades locales, en este caso las del Área Metropolitana de Tokio, deben asumir el potencial déficit o gastos adicionales en los que incurra el comité organizador.
“La reducción de los ingresos por entradas supondrá en último término una carga para la ciudad de Tokio y sus ciudadanos”, anotó Kiuchi, en este sentido.
El COI, que costea una fracción minoritaria de los JJOO y se financia principalmente a través de los derechos de retransmisión, presume de haber logrado con Tokio 2020, cifras récord de audiencia televisiva, visionados por ‘streaming’ y difusión por las redes sociales.
El problema de los gastos extra viene causando roces entre las diferentes gobernaciones niponas. La gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, ha pedido nuevas discusiones con el COI y el Gobierno central para abordar el tema, mientras que el Ejecutivo que lidera Yoshihide Suga, de distinto signo político, ha dado a entender que no aportará más dinero.
Este embrollo tiene lugar a pocos meses de los comicios generales previstos en otoño, a los que Yoshihide se dirige con su respaldo popular bajo mínimos y una ratio de endeudamiento público respecto al PBI del 256 %, el más alto entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La economía nipona viene lastrada por la sucesión de estados de emergencia declarados en Tokio y otras regiones para contener al virus, que conllevan pérdidas de ingresos para los negocios afectados —sobre todo bares y restaurantes— y por el descomunal desembolso del Gobierno en forma de ayudas y estímulos.
Un informe del citado Instituto Nomura estima que el coste total de esas medidas contra la pandemia ascenderá a 2,19 billones de yenes (16 890 millones de euros), lo que supondría 1,3 veces más que el impacto positivo de los Juegos Olímpicos.
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