El hundimiento del sector turístico es exactamente proporcional a la crisis que vive el sector aeronáutico.
Las aerolíneas pierden hasta 1 millón de euros cada hora, según estimaciones de la empresa alemana Lufthansa. La acumulación de estas pérdidas, junto con el desplome de la demanda, amenaza con consecuencias desastrosas para la industria.
La reestructuración ha comenzado. Mientras negocia con el Gobierno alemán un plan de ayudas de 9000 millones de euros, la aerolínea alemana Lufthansa despedirá a más de mil empleados de su filial de Austria.
Lo mismo pasa en Italia. La aerolínea Alitalia, que ya estaba en bancarrota desde 2017, despedirá temporalmente a 6600 empleados, entre personal de cabina y de tierra, hasta que el Gobierno italiano busque soluciones.
El conglomerado Air France- KLM, uno de los actores de más peso en la industria de aviación de Europa, recibirá un fondo de más de 10 mil millones de euros de parte de los Gobiernos de Francia y Países Bajos, para no tener que despedir empleados y tener liquidez financiera suficiente para sobrellevar la crisis, según anunció la dirección de la empresa.
Por su parte, Turkish Airlines, que volaba a 126 países antes de la crisis, no vislumbra la reanudación de sus operaciones hasta junio, como mínimo.
Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde las cuatro principales aerolíneas corren la misma suerte.
Emirates y Etihad, aerolíneas de Emiratos Árabes Unidos (EAU), pronosticaron por su parte que los niveles de ingresos y pasajeros no volverán a los índices anteriores a la pandemia, al menos hasta 2023, por lo que se necesita un plan de emergencia de alcance global para evitar la bancarrota del sector.
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