La provisión de agua potable para la Bahía Blanca y Punta Alta es un problema que adquiere nuevas dimensiones año a año. La cota del dique Paso las Piedras es una variable que se sigue minuto a minuto, como los avatares del clima y la cotización del dólar, ya que marca la pauta respecto del abastecimiento de un recurso vital.
Lejos de allí, en el noroeste de la Provincia, el agua abunda, pero mata. Hace décadas que se discute cómo darle una solución definitiva a la presencia de arsénico, un producto que, combinado con los residuos de los agroquímicos que se aplican por toneladas en la zona, enferma a la población.
Para encarar el primero de los problemas, el Gobierno provincial encontró en 2008 una solución onerosa pero definitiva: construir un enorme acueducto desde el Río Colorado y garantizar así la provisión de agua potable para unos 450 mil vecinos de todo el sudoeste de la Provincia, desde Pedro Luro, en el partido de Villarino, hasta Punta Alta, en Coronel Rosales.
En 2016, la obra estava valuada en unos 2.800 millones de pesos y debía construirse en un plazo de tres años. Pero en 2018 el gobierno de María Eugenia Vidal terminó por bajarle el pulgar. Es que, si bien tenía comprometidos créditos internacionales -la Corporación Andina de Fomento comprometió 150 millones de dólares-, el Estado bonaerense consideró que no tenía capacidad para afrontar el 10 por ciento que debía poner de su propio “bolsillo”.
Desde entonces se trabaja en un “plan b” que consiste en dos etapas. “Ya tenemos aprobado el crédito de 130 millones de dólares de la CAF para mantenimiento y recambio de cañerías, y terminar la planta de tratamiento Afluentes 1 para poder reutilzar dos mil litros cúbicos de agua por hora en el polo petroquímico”, le dijo a INFOCIELO Guillermo Jelinski, subsecretario de Recursos Hídricos de la Provincia.
El proyecto del acueducto del Río Colorado está descartado.
La idea es que el agua potable del embalse Paso las Piedras no se destine a uso industrial. Una solución económica y ecológica a la vez. “De esa manera aliviaríamos al embalse de Paso de las Piedras de esa cantidad de agua que iría para la ciudad”, explicó el funcionario.
Esto no implica la caída del proyecto de Río Colorado, sino una “reformulación”. El crédito está caído, pero para la Provincia esa circunstancia es una “oportunidad”. “Ahora estamos evaluando un acueducto pero desde el Río Negro que sería mejor por calidad y cantidad de agua. Formamos parte de los dos comités de cuenca así que no habría problema”, anticipó Jelinski. El costo de la obra está calculado en 500 millones de dólares.
Y en el noroeste, el arsénico
Cuatrocientos kilómetros más al norte, en Junín, un relevamiento llevado a cabo en 2018 detectó que, sobre 65 perforaciones de las que se obtiene agua potable para sus casi 100 mil habitantes, 28 tienen niveles de arsénico sobre los niveles permitidos y 8 están al límite. En otras 15 hay presencias alarmantes de nitrato.
Hoy, ABSA está obligada por fallos judiciales a entregar agua envasada en Chivilcoy. La Justicia falló en contra de la empresa, por las mismas razones, en 9 de Julio, y hay denuncias en Carlos Casares, Pergamino, Rojas y varios distritos más.
La solución que planean en el Ministerio de Infraestructura es, curiosamente, otro acueducto. Uno que tiene reminiscencias históricas, por su trayecto. “Estamos buscando financiamiento para un acueducto norte desde el Paraná de Las Palmas, con un costo de 300 millones de dólares”, relató Jelinski en diálogo con este portal.
La idea recuerda el viejo proyecto del Canal del Norte, que buscaba unir esas zonas mediante canales artificiales, con un objetivo bien distinto: transportar las cosechas de granos a los puertos de manera eficiente y barata. El proyecto, contó el escritor juninense Eduardo Cormick, en una Noticia del Bicentenario, nació y murió en los primeros años del siglo XX, y es un ícono de los sueños truncos de la provincia de Buenos Aires.
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