Recrudeció en estas horas la ansiedad en torno al “mundo dólar”. Otra vez en primer plano están el precio, las perspectivas de su cotización a futuro (sobre todo desde el lunes post electoral) y también algo más delicado: los ahorros en dólares que están depositados dentro de los bancos.
Después de casi dos meses de cepo cambiario, y cuando la espera hasta el domingo electoral se cuenta en horas, los bancos volvieron a observar como la clientela se acercó a las sucursales a hacer retiros de sus ahorros en moneda extranjera. También de pesos, para aprovechar la brecha entre el dólar oficial y el “blue”.
La nueva oleada coincidió con las palabras del candidato a presidente Alberto Fernández, quien esta semana pretendió dar un mensaje que tal vez no cayó bien: «Yo espero que los argentinos estén tranquilos porque nosotros vamos a cuidar sus ahorros, vamos a respetar sus depósitos en dólares. No tienen por qué estar nerviosos.«
Es bien sabido que los mensajes tranquilizadores, en épocas de crisis financiera, no suelen dar resultado. O logran el resultado opuesto al buscado. Es algo que viene ocurriendo desde que alguien dijo por cadena nacional “el que apuesta el dólar pierde” (1981). Así es la psicología humana.
En estas horas hay varios temores entre los ahorristas. El más próximo: que se achique radicalmente el tope para la compra de dólares, fijado desde el 1 de septiembre en 10.000 dólares para los ahorristas minoristas. La expectativa, generalizada, es que ese número bajará violentamente a partir del lunes, una vez que se conozca el resultado electoral.
El otro temor, derivado de este, es que a mayores restricciones, mayor el precio que deberá pagarse por los dólares alternativos. Por vías legales, el dólar se puede conseguir hoy a $78 pesos mediante transacciones con títulos públicos en la Bolsa, es decir 20% más caro que el oficial. En la calle, y por la vía ilegal, el precio está hoy 12% más caro que el oficial.
Esas brechas solo podrían ampliarse si se cierra la canilla del dólar.
Y esa canilla necesariamente deberá cerrarse si al menos se atiende el reclamo de “cuidar las reservas” que hizo Alberto Fernández.
Otro temor, al que por ahora se le asignan pocas probabilidades: una restricción a disponer de los dólares depositados en los bancos.
En ese clima, esta semana el Banco Central se vio obligado a desprenderse de más dólares. Hoy terminó vendiendo más de 600 millones. La demanda de divisas viene de los importadores (los que logran que les vendan), los que deben pagar deudas en dólares, y los minoristas. Los pesos salen de las cajas de ahorro, cuentas corrientes y también de los depósitos a plazo fijo que no se renuevan.
Como se ve, mal clima financiero a horas de unas elecciones presidenciales.
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