En la Argentina del revés el Estado restituye la tasa del IVA de 21% para 13 alimentos de la canasta básica (excepto pan y harina de trigo que antes tributaban 10,5%), los productos suben entre 7 y 10% y los funcionarios responsabilizan a las empresas y supermercados por esas subas.
Los trece productos en cuestión son arroz, harinas, polenta, leche fluída, pan, rebozados, yerba, té, mate cocido, conservas de frutas, hortalizas y legumbres, yogures, huevos y azúcar.
Que aumenten por la aplicación de un impuesto entra en la lógica de la cadena impositiva de la economía formal, pero en los tiempos que corren la cuestión es encontrar culpables y no responsables o soluciones.
En los últimos días el presidente Alberto Fernández intensificó su táctica de congelar algunas variables clave en el intento de reactivar el consumo interno.
Las cartas se fueron dando vuelta a partir del virtual congelamiento del dólar oficial en torno de los $63 (el presidente dijo que analizarán con el ministro de Hacienda, Martín Guzmán, un mecanismo para ir moviéndolo. Y el Banco Central dijo que apuesta por un régimen de flotación con regulaciones) que se profundizó con el impuesto del 30% para el turismo en el exterior o la compra de US$200 mensuales con destino al ahorro.
El dólar quedó prácticamente clavado después de las PASO de agosto mientras que la inflación en el período avanzó 23%. El tiempo dirá hasta cuándo pero, por ahora, la divisa sigue en un nivel alto en términos reales.
A la quietud del dólar se había agregado el congelamiento por 180 días de las tarifas de luz y gas y fue la suba y baja de 5% del precio de las naftas de YPF la señal más fuerte de la decisión presidencial de «anclar» algunas variables en el intento de combatir la inflación en el corto plazo.
El congelamiento por 120 días de las tarifas de colectivos, trenes y subtes se sumó a la estrategia oficial que busca que el índice del costo de vida baje a un rango del orden del 2% mensual viniendo del 4 o 4,5% que habría resultado la inflación de diciembre.
Dólar, tarifas de luz, gas y transporte quietos resultan un alivio para el bolsillo de los jubilados (más para los que ganan el haber mínimo y reciben una mejora por los bonos de diciembre y enero) y de los asalariados que también cobrarán un aumento.
El cálculo de la consultora Eco Go es que por vía de los bonos a los jubilados y a los beneficiarios de la Asignación por Hijo se inyectarán en el mercado unos $60.000 millones que se volcarían en su totalidad al consumo de bienes de primera necesidad.
El Gobierno aspira a que la inflación no licue ese aumento de la capacidad de compra de los sectores de menores ingresos y que el resultado final sea una mejora de las ventas en el arranque del año a la espera del resultado de un test clave de 2020: la negociación por la deuda pública.
Inyectar dinero en la economía con el dólar bajo control puede contribuir a reactivar las ventas, además, en un mes como enero, en el que los bancos están cargados de pesos y la tasa de interés tiende a bajar. El riesgo está en la distancia que se vaya generando entre el dólar oficial y el libre (contado con liquidación) o el paralelo.
Actualmente esa brecha ronda 20,8% (oficial $63, CCL $76,09) dentro de un marco caracterizado por una fuerte baja en la demanda de dólares en el circuito oficial a partir del impuesto del 30% que genera el dólar turista.
Seguir esa brecha será un indicador importante en los próximos meses sobre cómo percibe el mercado, y los formadores de precios, el nivel del tipo de cambio.
Alberto Fernández abrió la etapa de estabilización de la economía en base a una táctica de congelamiento por cuatro o seis meses de variables fundamentales mientras cobra solidez el ajuste fiscal sustentado en la suspensión de la cláusula de indexación de las jubilaciones y el aumento de impuestos.
La clave de los congelamientos, y eso lo sabe bien el presidente, no está en cómo entrar sino en cómo salir. La estrategia de ir ganando tiempo seguramente demandará definiciones importantes sobre cómo seguir mucho antes de que se cumpla el vencimiento de los plazos. Y otra tautología: el año recién comienza.
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