El Gobierno anunció ayer la intención de
aplicar un impuesto del 30% a los gastos en dólares realizados con tarjeta de crédito, que redundará en la aparición de lo conocido popularmente como «dólar turista». Pero más allá de sus consecuencias más obvias, como el encarecimiento de los pasajes internacionales y de todos los gastos realizados con tarjeta en el exterior, de implementarse la medida, afectará también a una serie de
empresas, trabajadores particulares y hasta academias que sumarán el costo sin salir del país.
«Esto es mucho más amplio, no hay que llamarlo ‘dólar turista’. Hay que llamarlo
‘piso’ o ‘dólar tarjeta’, porque el objetivo es que toda compra al exterior tenga una alícuota cercana al 30% que, obviamente, va desde los pasajes y el hotel, a otras cosas que pagás sin cruzar nunca la frontera», apuntó Ramiro Castiñeira, de Econométrica.
«Hay que desmitificar que es un impuesto de ricos que compran pasajes para veranear afuera; es mucho más amplio», coincidió Gustavo Neffa, director de Research for Traders y Fin Guru. Según sus registros, este año cerrará con alrededor de
US$5500 millones de gastos en dólares con tarjeta, por lo que consideró que la medida «es racional en un contexto en que las reservas escasean», pero tiene también «efectos colaterales». Algunos de esos afectados se encuentran en los siguientes rubros.
Licencias de software y servicios de hosting
Las empresas y profesionales que necesiten comprar
paquetes de
software al exterior deberán pagar el impuesto, así como aquellos que cuenten con un
servicio de
hosting o de almacenamiento en la nube. Esto afectará tanto a las empresas de tecnología como de otras áreas y podría tener efecto inflacionario a menos que las empresas y profesionales estén dispuestos a absorber íntegramente el costo para no perder clientes. También afectará a cada particular que quiera comprar para instalar, por ejemplo, los programas básicos de Microsoft para su computadora.
Compra de insumos a pequeña escala
Si bien las importaciones seguirán operando bajo el tipo de cambio oficial, algunas pequeñas empresas, comercios o profesionales que suelen comprar
insumos con tarjeta en poca cantidad también se verán afectados. Por ejemplo, una veterinaria que compra determinado accesorios para mascotas o un dentista que compra los insumos para el procedimiento de blanqueamiento dental en su consultorio.
«Cualquiera que necesita tres o cuatro cosas para ofrecer su servicio y lo compraba de manera directa mediante alguna plataforma ahora va a tener que canalizarlo a través de un importador. Como todo desdoblamiento de precio, termina generando mercados paralelos donde quienes tienen la llave a las dos puertas de los mercados son los que terminan haciendo el negocio con un simple pasamanos», apuntó Castiñeira.
Licencias de
papers en universidades y cursos a distancia en el exterior
Es de esperar que los coletazos de la medida alcancen también a algunos rubros académicos, como el de acceso a
repositorios de
papers. También podrían verse afectados la
contratación de cursos a distancia dictados por universidades e institutos extranjeros.
Gastos de argentinos que residen en el exterior y utilizan tarjetas emitidas en la Argentina
«Todos lo que sean compras de argentinos que estén afuera con tarjeta emitida en la Argentina y que tengan que pasar por el mercado cambiario sin dudas quedarán alcanzadas», apuntó Martín Vauthier, director de la consultora EcoGo. «El dólar es uno solo, el tema es dónde está y cómo accedés», añadió Neffa, que sugirió a los argentinos que residan en el exterior comenzar a hacer sus gastos con una tarjeta de legislación local.
Netflix, Spotify, juegos de PlayStation y compras vía plataformas
«Hay que esperar a ver bien la normativa, pero en principio el impuesto grava cualquier tipo de consumo en el exterior mediante los medios de pago electrónicos. Eso incluye los servicios digitales como
Spotify o Netflix, también las compras que se hacen en el exterior vía Amazon, eBay, etcétera», señaló Vauthier.
Para el economista de EcoGo es importante esperar el detalle de la norma, porque algunas de las cosas mencionadas anteriormente, si se ubican dentro de un proceso productivo, podrían
calificar como importaciones y no deberían estar alcanzados. «Los impactos finales van a depender del texto de la normativa y de la reglamentación, porque a veces en la ley quedan algunos grises -como pasó con el impuesto la renta financiera- y es la reglamentación es la que termina incorporando los detalles», apuntó.
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