Minutos después de anunciar
el cepo mayorista sobre el dólar, el Gobierno hizo una aclaración en un breve comunicado: «No hay ningún impedimento al
comercio exterior».
Sin embargo, tanto exportadores como importadores
comenzaron a sentir el peso de las restricciones en sus negocios, pese a que los inconvenientes no son todavía generalizados en la economía.
Los nuevos plazos de liquidación de exportaciones, por caso, ya produjeron directamente la suspensión de algunas operaciones de venta de productos argentinos al mundo. Los nuevos tiempos impuestos aparecen como «imposibles» de cumplir, dijeron empresas consultadas por LA NACION.
Algunas firmas, entre ellas las automotrices, que comercian con sus casas matrices, tienen ahora limitaciones para pagar sus stocks de deuda vencida a fines de agosto, lo que -argumentan- produjo un problema a la hora de intentar adquirir nuevos productos en el exterior.
¿La paradoja? La Argentina necesita generar dólares, pero las últimas restricciones del
Banco Central (BCRA) van en sentido contrario, porque las empresas comenzaron a frenar exportaciones hasta no tener un panorama más claro de los plazos de liquidación.
Flotom es una pyme que desde hace 18 años exporta trigo, cebada, avena, girasol, sésamo y chía. «Para que podamos cobrar del exterior, necesitamos enviar al importador toda la documentación de embarque. Estos trámites requieren la intervención de distintos organismos estatales que tienen sus tiempos. Si todo marcha bien, recibimos el pago en el plazo de entre 27 y 30 días, lo que nos hace imposible cumplir con la reglamentación de 15 días», afirmó el socio gerente, Tomás Tinari.
«No se puede pasar de un plazo de 3650 días [10 años] a 15 días. Estamos en el fin de la cosecha y tenemos US$500.000 parados que no vamos a enviar hasta no tener un panorama más claro. Esta suspensión temporaria afecta muy seriamente a las economías regionales. Lo paradójico es que los derechos de exportación se siguen pagando a los 60 días de la puesta a bordo», agregó.
Otros sectores que encuentran problemas con el plazo de liquidación son maíz pisingallo, maní confitero, grano chía y girasol confitero, ya que operan en un mercado global que tiene otros plazos de pago, que van de 60 a 90 o 180 días. «Es el tiempo establecido internacionalmente. Hay competencia y hay muchos países que ofrecen lo mismo que la Argentina, pero ahora con mejores condiciones. Además, hay empresas que ya efectuaron el contrato a 180 días y tienen que liquidar las divisas antes de que se les pague», contó un empresario.
Para los sectores de alimentos procesados, productos farmacéuticos y farmoquímicos, lácteos, productos cárnicos y maquinaria agrícola el plazo establecido resulta en la práctica imposible de cumplir, según dijeron, por la logística que implican los tiempos de transporte -en algunos casos- de más de 30 días en función del destino y otros 30 días según el tipo de carga y las condiciones de cobro.
La financiación a los exportadores es otro tema que comenzó a tomar mayor relevancia en las últimas semanas, ya que las prefinanciaciones están con tasas arriba del 12% en dólares y hay entidades que dejaron de renovar financiamiento.
En tanto, los importadores que comercian directamente con sus filiales de la misma marca tienen ahora limitaciones para pagar sus stocks de deuda vencida (al 31 de agosto pasado), según el artículo 13 de la comunicación A 6770. Requieren autorización del BCRA para el acceso al mercado de cambios cuando supere el equivalente a US$2 millones mensuales por cliente residente. Para importar insumos u otros productos a futuro no hay restricciones formales en la letra de la ley.
El sector automotor tiene una deuda de US$1000 millones con sus casas matrices, con las que se desarrolla casi el 90% de su intercambio comercial. En las terminales argentinas afirman que la necesidad de conseguir más dólares para pagar esos pasivos tiene dos consecuencias: o no les venden más productos hasta que se regularice la situación, lo que termina en falta de oferta y aumento de precios, o la empresa debe recurrir, para conseguir más dólares, al contado con liqui o al dólar bolsa, un alza de costos que impacta en el margen de la empresa o termina en la suba de los precios de lista.
Por el momento, al ser solo referida a «empresas vinculadas», la norma no afectó a la industria de electrónicos y electrodomésticos de Tierra del Fuego, cuyas deudas con importadores a la hora de comprar insumos asiáticos se generan con terceros. Tampoco golpeó a las autopartistas, aunque sí a algunos «sistemistas» internacionales [arman conjuntos de autopartes]. Ante la consulta de LA NACION, algunas petroleras dijeron estar analizando el impacto de la medida del BCRA.
«Esto afecta a todos los que traemos autos al país. Muchas de las piezas se las compramos a empresas vinculadas», confirmaron en una automotriz. «¿Cuánto cree que cuesta un barco lleno de autos? No nos alcanza solo con US$2millones por mes para pagar la deuda. Nos obligan a ir al contado con liqui. Ya no podemos subir más el precio con esta recesión», agregaron. «Ahora te obligan a liquidar las divisas a los 30 días. Esto nos obliga a cambiar las condiciones de pago a clientes en Centroamérica u otros lugares aún más lejanos. El importador [de allá] nos tiene que pagar antes de que le llegue el producto e incluso antes de tenerlo vendido. Lo normal, hasta ahora, eran 180 días. Ahora va a ir a comprar a otros países con mejores condiciones», pronosticó otra fuente del sector.
La multinacional suiza ABB, empresa de energía, vende desde el país productos a su filial de Colombia. «Nos exigen recibir el pago en el país a los 15 días, cuando tenemos condiciones de pago de 60 días. Por eso, hoy tenemos parados en la aduana US$500.000 en mercancías, que serán un millón al final del mes y que en condiciones normales serían exportados», dijo José Paiva, director de ABB.
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