Con la frase «el 10 de diciembre no es una fecha mágica», Alberto Fernández bajó el techo de las expectativas sobre posibles medidas y proyectó un nuevo horizonte para el cepo cambiario.
El Presidente electo lo hizo en México y respondiendo a una pregunta sobre el futuro de las restricciones a la compra de dólares. Una vez más, aunque con diferencias marcadas, la escasez de divisas es un sello del fin y comienzo de los gobiernos argentinos.
Una de esas diferencias es que el peso se devaluó 57,7% en el último año y el tipo de cambio real, descontado la inflación, está en un nivel alto.
El cepo al dólar llegó después del resultado de las PASO, se profundizó tras el triunfo de la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner y ahora su sombra se alarga ante la dificil situación financiera que enfrenta el país.
Con el supercepo, que implicó rebajar de US$ 10.000 a US$ 200 el cupo de compras mensuales de los particulares con destino al atesoramiento, el Banco Central no sólo logró estabilizar el precio del dólar en torno a los $ 63,30 sino, también comprar divisas en vez de tener que venderlas.
Los economistas difieren sobre cuál es el nivel de reservas «netas» del Central pero, en general las estiman en US$ 14.000 millones que, a partir del supercepo, alcanzarían «de manera muy ajustada hasta fin del año que viene sin interrumpir pagos de la deuda en dólares», dice Consultatio, «aunque esto requeriría habilitar el pago de la deuda pública con reservas, a lo que el FMI se opondría enfáticamente«.
Con el supercepo, Mauricio Macri le cuida las reservas a Alberto Fernández y abre dos ventanas de discusión clave: 1) cómo encarará el próximo gobierno la reprogramación de la deuda y 2) cuál será el destino de la importante emisión de pesos que se pronostica a partir de diciembre.
Para el tema de la deuda es incesante el desfile de fondos y bancos de inversión por Buenos Aires en estos días. Proponen reprogramaciones sin quita de capital pero, en general, atendiendo los intereses.
Esos jugadores buscan que el futuro gobierno arregle con ellos antes de pasar por el FMI quien, como ya desembolsó US$ 48.000 millones del préstamo acordado, exigiría una quita sensible sobre el capital (20/30%) para equilibrar la cargas con los bonistas del exterior que se llevaron los dólares anticipadamente.
Alberto Fernández y sus allegados se muestran «duros» con el Fondo Monetario considerando que el organismo es «corresponsable» de la crisis y que, por tanto, tendría que ponerse en la cola para cobrar.
El otro punto es el destino del posible «shock» de emisión de pesos que se produciría en diciembre por las necesidades del Tesoro para cubrir las cuentas de fin de año.
Entre los economistas tampoco hay unanimidad sobre el tamaño de esa montaña de pesos, en parte, porque tampoco se sabe si habrá o no algún tipo de «reperfilamiento» de los compromisos del Tesoro.
Para algunos economistas esa emisión superaría los $ 300.000 millones, para otros serían $ 150.000 millones, pero en todos los casos la pregunta sin respuesta es ¿cómo reaccionará la demanda de dinero?
En otras palabras, lo que se desconoce y es imposible saber es qué harán con los pesos la gente que los reciba. ¿Irá a comprar dólares o los consumirá?
Los economistas cercanos a Alberto Fernández están convencidos de que existe una demanda reprimida de pesos después de muchos meses de escasez por la política contractiva que aplicó Guido Sandleris desde el Banco Central.
Están confiados en que, al poder comprar sólo US$ 200 al precio oficial, y en el convencimiento de que el cepo ralentizará la suba del dólar, la gente optará por destinar los pesos al consumo en vez de ir al «blue».
La teoría económica sostiene que si la gente huye del dinero eso se refleja en la salida de dólares o bien en la inflación aunque en este caso el supercepo cambiario actúa como un dique de contención fuerte para la salida de divisas.
Para los economistas el cepo cambiario resulta efectivo si el Banco Central puede ganar reservas y en este momento lo estaría haciendo al calor de un repunte de la liquidación de exportaciones.
No habría que descartar un adelantamiento de esas liquidaciones ante la posibilidad de que a partir del 10 de diciembre, como mínimo, haya una duplicación de las retenciones a las exportaciones que hoy representan cuatro pesos por dólar.
Con las importaciones cayendo un 26% en el acumulado al tercer trimestre, el superávit comercial se mantendría como lo viene haciendo en los últimos meses a pesar de la baja de los precios de exportación para la Argentina.
El dirigente sindical Roberto Fernández, jefe de la UTA, opinó sobre lo que debería hacer Alberto Fernández luego de asumir: «Creo que Alberto tiene que seguir con el cepo, porque esto es una realidad. Darle a la maquinita. Hay que meter plata en el mercado, mucha plata para que la gente tenga y buscar el proyecto que se necesita. Tenés que crear la máquina de esperanza y hacerla caminar. Después, al año, habrá una devaluación».
Esa fórmula ya se probó tanto que constituye casi un dogma. También, del estancamiento y el fracaso. El supercepo abrió un tiempo para los pesos pero de duración incierta.
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